Sois marginados de esta falsa sociedad,
Sois víctimas de algo
que no habéis elegido por capricho.
Y, sin embargo, estáis ahí,
<<en vuestro mundo de cristal>>
<<en vuestro elemento; el destino>>.
Si desplegáis vuestras alas
y comenzáis a volar,
siempre surgirá un cazador,
junto al verdoso charco,
esperando vuestro fatal final.
Si, por el contrario, os ocultáis,
vuestra vida pasará sin ser vivida.
Y al llegar vuestro último suspiro,
lamentaréis el no haber sido ese águila,
sintiendo la caricia del sol durante el día,
La sublime sensación de la noche Luna.
El amor de alguien, ni una mujer, ni un hombre;
tan sólo una persona;
disfrutando la vida,
con todos sus avatares, con todas sus alegrías.
Cuando llegó su hora, una lágrima se deslizó,
por todos esos intolerantes que en su camino encontró.
En su boca se dibujó una sonrisa,
por todos los corazones que habían aceptado su vida.
Y en el alma, un sentimiento de paz y confusión,
¡Si tengo que pedir disculpas a alguien,
es a ti, mi Dios!
E. Villena
Sois víctimas de algo
que no habéis elegido por capricho.
Y, sin embargo, estáis ahí,
<<en vuestro mundo de cristal>>
<<en vuestro elemento; el destino>>.
Si desplegáis vuestras alas
y comenzáis a volar,
siempre surgirá un cazador,
junto al verdoso charco,
esperando vuestro fatal final.
Si, por el contrario, os ocultáis,
vuestra vida pasará sin ser vivida.
Y al llegar vuestro último suspiro,
lamentaréis el no haber sido ese águila,
sintiendo la caricia del sol durante el día,
La sublime sensación de la noche Luna.
El amor de alguien, ni una mujer, ni un hombre;
tan sólo una persona;
disfrutando la vida,
con todos sus avatares, con todas sus alegrías.
Cuando llegó su hora, una lágrima se deslizó,
por todos esos intolerantes que en su camino encontró.
En su boca se dibujó una sonrisa,
por todos los corazones que habían aceptado su vida.
Y en el alma, un sentimiento de paz y confusión,
¡Si tengo que pedir disculpas a alguien,
es a ti, mi Dios!
E. Villena