Todo tiene un principio y un final. El ser humano pasa por esa fase una y mil veces, la diferencia está en que para algunos se termina totalmente, como si fuera un control escolar, donde aprobando un número de lecciones, simplemente, pasas la evaluación.
Pero para otros, donde me incluyo, necesitamos tirar de esa evaluación para que las siguientes sean más satisfactorias, podemos decir que son lecciones del vivir, y que todas y cada una de ellas, nos aporta y nos engrandece, a pesar de que no la obtuviésemos con una buena nota, a pesar de haber estado sin conciliar el sueño más de una noche, a pesar de no haber obtenido la compensación al esfuerzo dedicado. El caso es, que yo creo que todo lo vivido, absolutamente todo, nos acompaña en nuestro caminar, por miles de razones. El ser humano es como el barro, necesita del agua, de la tierra, y a veces del sol para endurecerlo con el paso del tiempo. El barro, no precisa de tecnología, se puede trabajar a mano, modelarlo, es una forma barata de crear paredes, hogares y refugios. Todas las civilizaciones antiguas lo han utilizado, incluso las habitadas en zonas desérticas. Y lo más bonito de él es que se puede convertir en algo muy bello, y servir tanto para elaborar utensilios como para decorar, y hasta para aportar salud y placer.
Lo bueno, es saber utilizarlo, apreciarlo y mimarlo para conseguir comenzar otro nuevo capítulo de tu historia, reforzándolo con el anterior, sin olvidarte de nada de lo vivido.
Es la única forma de crecer, la mejor manera de comprender que somos capaces de remontar la cumbre más alta.
Creer en nosotros mismos, es el mayor regalo que podemos ofrecer a los que nos aman, el mejor servicio que podemos dedicar al resto de la humanidad.
"Lo bueno y malo vivido es el contrafuerte de nuestro peregrinaje".
Pero para otros, donde me incluyo, necesitamos tirar de esa evaluación para que las siguientes sean más satisfactorias, podemos decir que son lecciones del vivir, y que todas y cada una de ellas, nos aporta y nos engrandece, a pesar de que no la obtuviésemos con una buena nota, a pesar de haber estado sin conciliar el sueño más de una noche, a pesar de no haber obtenido la compensación al esfuerzo dedicado. El caso es, que yo creo que todo lo vivido, absolutamente todo, nos acompaña en nuestro caminar, por miles de razones. El ser humano es como el barro, necesita del agua, de la tierra, y a veces del sol para endurecerlo con el paso del tiempo. El barro, no precisa de tecnología, se puede trabajar a mano, modelarlo, es una forma barata de crear paredes, hogares y refugios. Todas las civilizaciones antiguas lo han utilizado, incluso las habitadas en zonas desérticas. Y lo más bonito de él es que se puede convertir en algo muy bello, y servir tanto para elaborar utensilios como para decorar, y hasta para aportar salud y placer.
Lo bueno, es saber utilizarlo, apreciarlo y mimarlo para conseguir comenzar otro nuevo capítulo de tu historia, reforzándolo con el anterior, sin olvidarte de nada de lo vivido.
Es la única forma de crecer, la mejor manera de comprender que somos capaces de remontar la cumbre más alta.
Creer en nosotros mismos, es el mayor regalo que podemos ofrecer a los que nos aman, el mejor servicio que podemos dedicar al resto de la humanidad.
"Lo bueno y malo vivido es el contrafuerte de nuestro peregrinaje".