diseñar grandes trabajos en tu pequeña biosfera,
consiguiendo obras maestras.
Todavía puedo verte...
Todavía puedo verte soldar en la azotea,
con las primeras luces del alba,
con el crepúsculo de la aurora,
hasta que el sol se oculta entre tejas y terrazas.
Todavía puedo verte, poniendo alas a tu mente,
dibujando figuras y trazos,
proyectando veredas y atajos.
Todavía puedo verte...
Todavía puedo verte orgulloso mostrarme el campo,
la corriente de los ríos, pequeños pueblos y valles,
y las olas de los mares chocando contra los barcos.
Todavía puedo verte...
Todavía puedo verte, papá, con el sol, las lluvias, las nieves...
Todavía puedo oírte susurrarme:
Querida hija, el mundo comienza donde termina la calle.